Ayer, pensando hasta deshoras, en medio de otras reflexiones se me apareció en la cabeza un dato significativo. En el último año prácticamente dejé de hacer dos de las cosas que más me gustaron siempre: dibujar y escribir.
Obviemos el dejar de escribir porque quizás sea lo que menos lástima pueda darme. Quiero decir, nunca está mal un bloqueo que trabe un poco la mierda que uno escribe, por lo general cuando vuelve al vicio uno renueva un poco las formas o, lo que es lo mismo, renueva su autoengaño. En cambio dejar de dibujar sí me apena un poco. Como casi todos, dibujo desde que me acuerdo, y a pesar de nunca haber tenido habilidad propia, siempre fui bueno para la mímesis (así casi todas mis compañeras de secundario tenían un dibujo del algún animé o similar hecho por mí). Mis (apocados) dotes miméticos se los debo a 3 años de estudiar dibujo, de pendejo.
Durante el CBC (2005) tuve mis más rabiosos días de dibujante. Todavía puedo ver algunos de esos dibujos entre mis apuntes de Sociedad y Estado, Pensamiento Científico, Sociología y Semiología pero muchos otros regalados habrán terminado en tachos de basura o carpetas olvidadas. Incluso en 2005 cada tanto hacía una tira medio chota muy a la Liniers pero con chistes más universitarios. También en esa época compuse una precuela del flautista de Hammelin que está graciosa.
Hacer un comic es algo que siempre me tentó. Hay un ensayo para una trama de la que subí algunos pedazos en chicoverde. Conseguir a alguien que sepa dibujar en serio, con el que se pueda trabajar en un proyecto corto... Pero el tiempo, ah, el tiempo. Se necesitaría un amigo necesariamente cercano, dispuesto a sacrificar sus pocas horas de ocio. Mi salida imaginaria a este conflicto suele ser pensar un futuro más o menos inmediato en el que trabajo para alguna publicación o siendo ghost en algún lugar, vivo con el Duque (de flamante nuevo blog) en un pequeño departamento y cuando volvemos de nuestros infelices empleos nos ponemos a trabajar en una serie para publicar en Fierro y sacar algún mango más para sostener nuestro alcoholismo (y el de Iván también). Serían 6000 pájaros de un solo tiro.
Lucrecia me prestó varias Fierro. ¡Cómo la rompe el Gustavino de Trillo y Varela! Su trama me sugiere ecos pasolinianos (por Saló, nada más, ni que hubiera visto/leido mucho más de Pasolini...), pero con todo el pop. Nocturno y el de la pequeña judía también me gustan. Ni hablar de Gustavo Sala. Sí, creo que me gustaría más publicar en Fierro que en Ivrea...
Hoy leí algunas opiniones de Aira sobre los comics de Copi. Y las soluciones imaginarias, que escasean en estos tiempos de anonadamiento, son cada vez más dulces.
Obviemos el dejar de escribir porque quizás sea lo que menos lástima pueda darme. Quiero decir, nunca está mal un bloqueo que trabe un poco la mierda que uno escribe, por lo general cuando vuelve al vicio uno renueva un poco las formas o, lo que es lo mismo, renueva su autoengaño. En cambio dejar de dibujar sí me apena un poco. Como casi todos, dibujo desde que me acuerdo, y a pesar de nunca haber tenido habilidad propia, siempre fui bueno para la mímesis (así casi todas mis compañeras de secundario tenían un dibujo del algún animé o similar hecho por mí). Mis (apocados) dotes miméticos se los debo a 3 años de estudiar dibujo, de pendejo.
Durante el CBC (2005) tuve mis más rabiosos días de dibujante. Todavía puedo ver algunos de esos dibujos entre mis apuntes de Sociedad y Estado, Pensamiento Científico, Sociología y Semiología pero muchos otros regalados habrán terminado en tachos de basura o carpetas olvidadas. Incluso en 2005 cada tanto hacía una tira medio chota muy a la Liniers pero con chistes más universitarios. También en esa época compuse una precuela del flautista de Hammelin que está graciosa.
Hacer un comic es algo que siempre me tentó. Hay un ensayo para una trama de la que subí algunos pedazos en chicoverde. Conseguir a alguien que sepa dibujar en serio, con el que se pueda trabajar en un proyecto corto... Pero el tiempo, ah, el tiempo. Se necesitaría un amigo necesariamente cercano, dispuesto a sacrificar sus pocas horas de ocio. Mi salida imaginaria a este conflicto suele ser pensar un futuro más o menos inmediato en el que trabajo para alguna publicación o siendo ghost en algún lugar, vivo con el Duque (de flamante nuevo blog) en un pequeño departamento y cuando volvemos de nuestros infelices empleos nos ponemos a trabajar en una serie para publicar en Fierro y sacar algún mango más para sostener nuestro alcoholismo (y el de Iván también). Serían 6000 pájaros de un solo tiro.
Lucrecia me prestó varias Fierro. ¡Cómo la rompe el Gustavino de Trillo y Varela! Su trama me sugiere ecos pasolinianos (por Saló, nada más, ni que hubiera visto/leido mucho más de Pasolini...), pero con todo el pop. Nocturno y el de la pequeña judía también me gustan. Ni hablar de Gustavo Sala. Sí, creo que me gustaría más publicar en Fierro que en Ivrea...
Hoy leí algunas opiniones de Aira sobre los comics de Copi. Y las soluciones imaginarias, que escasean en estos tiempos de anonadamiento, son cada vez más dulces.
2 comentarios:
anoche hablábamos de qué harías si te quedara poco tiempo de vida... tengo el cerebro dormido pero esto me hizo pensar en aquello otro... si si, escomencenderunantorcha... si si, es eso. y la pregunta del millón es porqué aguantamos hasta tener una enfermedad terminal o una propuesta decisiva para estas cosas... si, si, nada que ver con alas de tempestad, lo entiendo.
En estas epocas donde es más factible el desarrollo intelectual de una ameba que el de cualquier ser humano... como dijo Peter, yo quiero almóndigas.
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