viernes, 30 de septiembre de 2011

Deliciosamente enferma

«Nodriza, dice ella, os aseguro sin mentiros que no creía que padeciera ninguna enfermedad, pero ya no lo creo más. Este solo pensamiento me hace mucho daño y me causa gran aflicción. Pero ¿cómo puedo saber, sino lo he experimentado, lo que es salud o enfermedad? De todos los males el mío es diferente, si os digo la verdad. Me satisface y me produce dolor y me deleito en mi desgracia. Y si puede existir un mal que agrada, mi pesadumbre es mi deseo y mi dolor es mi salud. No se de qué me lamento, pues nada siento que me cause dolor a no ser mi propia voluntad. Tal vez mi deseo es sufrir, pero encuentro tanto placer en mi deseo, que me hace sufrir dulcemente, y tanta alegría en mi pesadumbre, que estoy deliciosamente enferma. Nodriza Tesala, dime, ¿no es hipócrita este mal que me parece dulce y me angustia? No sé cómo reconocer si es una enfermedad o no. Nodriza, dime pues el nombre, carácter y la naturaleza. Pero sabe bien que no tengo en absoluto la menor intención de curarme, pues amo mucho este dolor.»


Fenice se regocija en su angustia amorosa en Cligés de Chrétien de Troyes

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