jueves, 28 de febrero de 2008

Bombay

No puedo evitar
que vengan hacia mí
los sánguches de miga
Pappo

El domingo fue el festejo de cumpleaños de mi hermano. A proposito de lo que hablé de remeras, le regalé una muy bonita. Antojado de sánguches de miga (en realidad el deseo me lo contagió Larisa) pedi -¡casi que exigí!- en casa que se compraran algunos para variar un poco la oferta de comestibles (mi mamá fordista hizo una pila de pizzas). Obviamente en estos casos de boca rápida el contragolpe (producto del j'accuse al poder maternal) no se hizo esperar: "anda a comprarlos vos". A pesar de sentirme algo enfermo y haber dormido poco (chau siesta) acepté.

Llegué a Bombay con la noche y una vez adentro del blanco, blanquísimo y refulgente local una chica me preguntó que iba a pedir.
-Dos docenas de sánguches de miga -me mira pensativa un segundo, no escrutándome, más bien atravesandome con la mirada.
-Muy bien, decile que querés a ella -y mira a su compañera en la caja. En la caja repito dudoso (porque no sé si me escucho hablarle a la otra o no) "dos docenas de sánguches de miga".
-¿De qué los querés?
No veo carteles y me siento apurado (¿por quién?). Improviso. La salida fácil, jamón/queso. Ananá, es una de mis pocas preferencias agridulces. Palmitos, le gustan a Larisa. La aritmética me la solucionan los módulos mentales acostumbrados a trabajar con facturas: 12, 6 y 6 respectivamente. La chica asiente mientras hablo.
-Docena de jamón y queso, ananá y palmitos. Mirá, te faltan dos sánguches porque vienen de a 4.
¿Eh? Nuevamente se activa mi módulo de facturas: docena de 14.
-Bueno, damelos deeee.... (no estaba preparado para un cuarto sabor) huevo -no me gusta el huevo pero siempre hay así que alguien se los debe comer.
-Entonces 4 de ananá, 4 de palmitos y 4 de huevo.
-Sí (¿eh?).
Mientras trato de hacer cuentas me dice cuánto es. "Pago con tarjeta". Dice algo de los pagos. ¿4+4+4=14? Lo importante lo capto "sin interés". Me pide firma, DNI y teléfono. Más desconcierto, nunca me pidieron teléfono así que lleno ese campo con desconfianza. Además me da un ticket y escribe 83 "éste es el número de tu pedido". Miro el papel. 83. Por unas centécimas no sé donde esperar mi pedido, recuerdo súbitamente una sanguchería -el día que mis viejos compraron el Megane azul, creo- y yo esperando el pedido en una silla de plástico. No hay sillas de plástico, pero reacciono y me paro exactamente en el medio del local.

Hay más personas (antes sólo en la preconciencia). Sigo mareado por lo de la supuesta docena de 14. Suena mi celular. Larisa. Tengo que ir a buscarla a Coto. Me pregunto si llego a ir y volver antes de que esté mi pedido. Miro el número, 83. Levanto la vista: veo un displayer de turnos pero está apagado. Exactamente arriba estan los sabores y los precios, tarde. Me fijo en los demás. A lo sumo una o dos personas están desde antes que yo. Se me doblan las rodillas como queriendo enfilar para la puerta, me siento incómodo no sentado en silla de plástico como debe ser, ir a buscar a Larisa es la excusa ideal para no esperar. La razón, a pesar de que siento la sangre espesa en la cabeza, me dice que no llego, es mejor esperar. Elaboración a la vista, normas de higiene. Son dos los que elaboran, un pibe y una vieja con barbijo y un gorro chistoso. Pero veo elaboradores, no elaboración porque la ventana permite ver hasta la altura del pecho. Pienso que de a dos van a tardar bocha en hacer 24 sánguches (el ratón llegó al queso 4+4+4=12).

Paso de la incertidumbre a la desesperación, definitivamente respiro que no soy grato en este local. Además me siento bastante boludo por los sánguches de huevo. Por suerte llaman 83. Le doy el ticket a la vendedora 1 que se lo pasa a la 2 y lo sella. Ella esta al lado, bien podría dármelo, pero me lo da la otra (la 1). Lo atribuyo a que malentendi una docena de 14, confundiendo su gremio con el de las facturas (o las empanadas), amenazando con alargar su domingo laboral con explicaciones del sistema corporativo sanguchero que no venian al caso. La 1 me da los sánguches. Agradezco mucho, por las dudas. Sonrío también.

Salir del local es respirar calor pero algo de alivio, aunque el sentimiento amenazador y el olfato de una catástrofe me apuran al coche a ver si me afanan. Manejo muy incómodo, no encuentro espacio para el asiento y los espejos que me venga bien. Veo a Larisa venir, en doble fila espero el impacto de un colectivo. Sube. Lo primero que hago es comunicarle mi estado: estoy por ser cuerpo. Se alarma, pero entiende. Le intento contar lo de la sanguchería. Me dice que para ella siempre venían en planchas de a 8, no de a 4.

Casa, saludos, vaso de agua, le doy su regalo a Ale.
-¿Compraste sánguches?
-Si, fue medio raro.
-¿Adónde fuiste?
-A Bombay.
-Bombay.
-Sí, no sé por qué carajo le ponen ese nombre a una sanguchería. No creo que vendan muchos sánguches de miga en Bombay.

viernes, 22 de febrero de 2008

DVDente

Este blog parece estar atado a mi vida académica, en todo el verano no considere necesario escribir más que unas poquísimas lineas acerca de la vida que uno lleva fuera de las obligaciones bibliográficas y la Times New Roman cuerpo 12 intelineado 1,5. Pero hoy, que tengo que ponerle el pie al acelerador de Latinoamericana 2 (siempre, siempre hay algo para dar en febrero) no veo mejor actividad que retomar el hábito blogger.

Las distracciones suelen ser siempre las mismas: navegar blogs desconocidos apáticamente, ir a la cocina por un trago de Baggio naranja, abrir el torrent para seguirme asombrando con la velocidad de bajada del capítulo de Lost de turno (hoy torrent está más inspirado que de costumbre, ha roto su anterior marca de los 88,5 kB/s con un flamante 96,8 kB/s que se mantuvo por cinco segundos).

Por cierto que Lost fue mi último opioide dvd. Vi maratónicamente las 3 temporadas anteriores en dos semanas gracias a los préstamos desinteresados de Esteban y mi soulmate. Recuerdo una noche haber visto 10 episodios. Después de ese día ya no los conté. En fin, ahora devuelvo la gentileza a la familia de mi novia grabandoles (en perfecta edición, modestia aparte) los episodios de la 4ta temporada que, como señaló Link, sigue renovando sus deleites formales.

Otra maratón veraniega fue (mejor dicho, es) Evangelion, la cual grabe en dvd a la vuelta de mi viaje a Gesell (adios a los VHS doblados en gallego!). Debe ser la séptima vez que veo la serie completa, esta vez la excusa es que la vea mi novia, y aunque aún no llegamos a esos capítulos oscuros, tensos y fuertemente experimentales -que se dan a partir de la pelota con piel de cebra más o menos- me interesa cómo se percibe esa sombra inquietante en el escenario de lo que al principio podría parecer una serie de robots más. Hay nuevas películas de Eva, no debería ser una novedad para nadie, pero bueno, no está de más recordarlo. The Rebuild of Evangelion está planeado para hacer un nuevo recuento más o menos cambiado del argumento de la serie en las primeras 2 peliculas (ya salió la primera) y agregar nuevos elementos a la trama en las 2 siguientes. Sí, es probable que Gainax meta la pata hasta la rodilla en un balde de mierda, pero están perdonados de antemano sólo por la serie original.

Para lavar un poco de culpas a mi dvd, hoy veré un documental de la historia de Cuba entre la fundación de la República y la Revolución. Bibliografía no obligatoria, que le dicen.